
Había un gran grupo de ranas que siempre iba a divertirse al bosque. Todas cantaban y saltaban hasta que caía la noche. Permanecían muertas de la risa y nada las separaba.
Un día, en su salida acostumbrada, fueron a conocer un bosque nuevo. Estaban en sus juegos cuando tres de ellas cayeron en un profundo foso del que ninguna se había percatado. Las restantes se conmocionaron. Miraron hacia el fondo del foso y vieron que era demasiado profundo. “Las perdimos”, dijeron.
Las tres ranas caídas intentaron subir por las paredes del foso, pero era muy difícil. Apenas avanzaban un metro y volvían a caer. Las demás comenzaron a comentar que sus esfuerzos eran inútiles. ¿Cómo iban a lograr escalar una pared tan alta? Era mejor que se resignaran. No había nada que hacer.
Dos de las ranas escucharon esos comentarios y comenzaron a rendirse. Pensaron que las demás tenían razón. La tercera rana, en cambio, siguió subiendo y cayendo, sin entender a las otras dos, y tras un par de horas, consiguió salir a la superficie. Las demás estaban asombradas. Una le preguntó: “¿Cómo lo lograste?” Pero la rana no contestó. Era sorda.
¿Qué te hace pensar en esta historia? ¿Te has sentido identificada o identificado con alguna de las ranas? Te invito a que me cuentes tu reflexión.

La de veces que he hecho como las otras dos ranas y por escuchar opiniiones ajenas no me he movido del sitio o no he hecho lo que realmente podría haber hecho perdiendo grandes oportunidades. Me ha encantado este cuento porque me he sentido identificada y espero hacer oídos sordos a partir de ahora a todas aquellas personas que me dicen que no puedo o que no lo voy a conseguir