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Hojas de sombra

¿Se puede amar a dos personas a la vez? Hablemos de poliamor y relaciones abiertas


Amor, vínculos y sociedad: una mirada amplia

El amor es un fenómeno complejo que trasciende la biología y se inscribe en la cultura. Aunque la idea de amar a dos personas a la vez puede generar debate, la realidad es que el amor no es una emoción limitada ni cuantificable, sino una experiencia dinámica y diversa. En este sentido, el poliamor y las relaciones abiertas han desafiado los modelos tradicionales de pareja, proponiendo formas relacionales basadas en la honestidad, la comunicación y la autonomía afectiva.


Para entender el concepto de amar a más de una persona simultáneamente, es importante analizar la historia de la monogamia y de las relaciones no monógamas, desde una perspectiva amplia y holística.


La monogamia: ¿modelo natural o construcción social?

Es importante entender que, la monogamia no es un modelo universal ni biológicamente determinado. En muchas sociedades prehistóricas, los vínculos afectivos y sexuales eran más fluidos, con modelos de crianza comunitaria y relaciones poligínicas o poliándricas. Con la llegada de la agricultura y el establecimiento de la propiedad privada, la monogamia comenzó a institucionalizarse como un mecanismo de organización social y económica, asegurando la transmisión de bienes y linajes.


Las religiones también jugaron un papel fundamental en la consolidación de la monogamia, especialmente en sociedades occidentales donde el matrimonio monógamo se convirtió en la norma. Sin embargo, aún hoy en día existen sociedades que practican la poligamia o relaciones no exclusivas sin que ello implique un deterioro en sus estructuras afectivas o familiares.


Poliamor y relaciones abiertas: un modelo emergente

El poliamor y las relaciones abiertas han cobrado visibilidad en las últimas décadas como alternativas a la monogamia tradicional. Mientras que la monogamia establece la exclusividad emocional y sexual con una sola persona, el poliamor permite la posibilidad de mantener múltiples relaciones afectivas de manera consensuada y ética.


Diferencias entre poliamor y relaciones abiertas

  • Poliamor: Implica la capacidad de desarrollar vínculos emocionales y románticos con más de una persona al mismo tiempo, con el consentimiento de todos los involucrados. Puede adoptar diferentes formas, como la anarquía relacional, las relaciones jerárquicas o las no jerárquicas.


  • Relaciones abiertas: Se basan en la no exclusividad sexual, pero no necesariamente incluyen múltiples vínculos amorosos. Es común en parejas que buscan explorar la sexualidad fuera de la pareja sin romper su conexión emocional primaria.


La posibilidad de amar a varias personas radica en la capacidad humana de gestionar emociones y construir acuerdos relacionales. Sentimientos como los celos, la inseguridad o la necesidad de validación pueden surgir en cualquier tipo de relación, ya sea monógama o poliamorosa. La diferencia radica en la manera en que se abordan: la comunicación honesta, la gestión emocional y el respeto por los acuerdos son claves para el éxito de cualquier vínculo afectivo.


¿Por qué algunas personas eligen el poliamor o las relaciones abiertas?

Las motivaciones para optar por relaciones no monógamas pueden ser variadas. Siendo muy generalista podemos encontrarnos con varios motivos:


  • Una concepción del amor como un recurso inagotable.

  • El deseo de experimentar conexiones diversas sin renunciar a la estabilidad emocional.

  • La búsqueda de autenticidad y honestidad en la expresión de los afectos.

  • Un cuestionamiento a las normas sociales impuestas sobre la pareja y la exclusividad.


Ahora bien, ¿Qué pasa a nivel social para que este tipo de relaciones estén cada vez más visibilizadas? ¿Es solo una “moda” o hay algo más profundo en juego?


Desde una mirada antropológica, podemos observar que los cambios en las formas de vincularnos responden, en parte, a transformaciones culturales más amplias. La sociedad contemporánea se caracteriza por un aumento del individualismo, la diversidad de identidades y el cuestionamiento de las instituciones tradicionales. Las nuevas generaciones han crecido en contextos donde la idea de familia, género y compromiso se ha vuelto más flexible, más plural.


Además, la globalización, el acceso a la información y la visibilidad en redes sociales han permitido que las experiencias no normativas circulen, se nombren y se legitimen. La exposición a otras formas de amar y relacionarse ha generado un efecto espejo en muchas personas: “¿Y si esto también pudiera funcionar para mí?”


Aquí conviene hacerse preguntas más que buscar respuestas definitivas:¿Qué busco yo en una relación? ¿Qué me hace sentir segura, libre, amada, conectada? ¿Qué tipo de acuerdos deseo construir? ¿Desde dónde nace mi elección por un tipo de vínculo u otro? ¿Desde el deseo auténtico o desde el miedo, la costumbre o la presión social?


Retos y desafíos del poliamor y las relaciones abiertas

Si bien estas formas relacionales pueden ser profundamente satisfactorias y expandir nuestra manera de comprender el amor, también implican desafíos que no deben ser idealizados ni minimizados. Abrir una relación no es simplemente ampliar las posibilidades sexuales o afectivas; supone cuestionar estructuras internas y externas profundamente arraigadas.


Desaprender los mitos del amor romántico: La idea de que solo hay "una persona ideal" o "media naranja" puede generar conflicto con la posibilidad de amar a más de una persona. Este imaginario colectivo, tan presente en películas, canciones y discursos familiares, sigue ejerciendo una fuerte presión emocional incluso en quienes han elegido conscientemente modelos no monógamos. ¿Qué hacemos con ese anhelo romántico que aún persiste en nuestro inconsciente? ¿Podemos amar sin poseer?


Gestionar la comunicación: La transparencia y la negociación constante son fundamentales, pero eso no significa que sean fáciles. Comunicar los propios deseos, límites, miedos o necesidades requiere de una madurez emocional que muchas veces se va desarrollando a medida que se transita la relación. A veces, una relación abierta no fracasa porque "el modelo no funciona", sino porque no se han creado los recursos emocionales necesarios para sostenerla. ¿Estamos dispuestas a aprender a comunicarnos desde un lugar más honesto, aunque incómodo?


Superar la presión social: La monogamia sigue siendo la norma en muchas culturas, por lo que quienes practican el poliamor pueden enfrentar juicios o incomprensión. Esto puede generar un sentimiento de aislamiento o de necesidad de "justificar" la propia forma de amar. El entorno puede convertirse en un espejo que constantemente cuestiona: "¿Y no tienes celos?", "¿Esto no es solo una excusa para no comprometerte?", "¿Y si una de tus parejas se enamora de otra persona?". Frente a estos discursos, cultivar una red de apoyo, sostenerse en la elección propia y revisarla periódicamente es esencial.


Los celos como camino de autoconocimiento: Lejos de desaparecer por arte de magia, los celos muchas veces se intensifican en contextos de no exclusividad. Pero más que verlos como un obstáculo que hay que eliminar, pueden convertirse en una brújula emocional. Los celos pueden hablar de miedo al abandono, de inseguridad, de comparaciones, de sensación de no ser suficiente… ¿Qué nos quieren decir los celos cuando aparecen? ¿Qué heridas personales activan? ¿Y cómo podemos acompañarnos, en vez de juzgarnos, cuando surgen?


La gestión del tiempo y la energía emocional: Otra dificultad común, muchas veces poco visibilizada, es la logística emocional y práctica de sostener múltiples vínculos. Cada relación requiere tiempo, cuidado, presencia y escucha. Si no hay un equilibrio, puede aparecer el agotamiento emocional o el descuido de algunos vínculos. ¿Cuánto espacio emocional tenemos disponible? ¿Y cómo queremos distribuirlo, sin caer en jerarquías rígidas ni en autoexigencias?


Transformar el contrato relacional: En muchos casos, abrir una relación implica reescribir los pactos, los límites y las formas de cuidarse mutuamente. Pero esto no se hace una sola vez. La relación abierta requiere una revisión continua de los acuerdos, porque los deseos, las necesidades y los contextos cambian. Y esto puede generar incertidumbre o vértigo. ¿Estamos preparadas para habitar relaciones en constante movimiento, donde lo acordado hoy puede transformarse mañana?


En definitiva, las relaciones abiertas o poliamorosas no son una forma “más evolucionada” de amar, ni un camino fácil. Son una invitación a mirar hacia adentro, a cuestionar lo aprendido, a incomodarnos, a desaprender y a construir algo propio con quienes elegimos compartir el camino. No son una respuesta definitiva, sino una pregunta abierta. Una forma de preguntarse: ¿qué tipo de vínculo quiero construir? ¿Desde dónde quiero amar? ¿Y qué necesito para que ese amor sea libre, pero también cuidado?


Amor líquido: ¿Una amenaza o una oportunidad?

Al hablar de nuevas formas de relación, es inevitable pensar en el concepto de amor líquido, propuesto por Zygmunt Bauman. Él describe una sociedad donde los vínculos se vuelven frágiles, efímeros y sujetos a consumo rápido. Pero es importante aclarar que poliamor y amor líquido no son lo mismo.


El amor líquido se refiere más bien a la dificultad contemporánea para sostener compromisos profundos por miedo a la pérdida de libertad, a la frustración o al esfuerzo emocional. En cambio, el poliamor —cuando se practica desde la ética relacional— implica un nivel muy alto de compromiso, responsabilidad afectiva y trabajo personal. No se trata de tener "más" relaciones, sino de vincularse desde la consciencia y el respeto mutuo.


La pregunta entonces no debería ser “¿Qué tipo de relación es mejor?”, sino más bien:¿Desde dónde me vinculo yo? ¿Estoy huyendo de la profundidad o estoy buscando una manera distinta de construirla? ¿Estoy actuando desde el deseo consciente o desde el automatismo cultural?


Entonces, ¿Se puede amar a dos personas a la vez? El amor no es un bien escaso ni una emoción que deba limitarse a una sola persona. Sin embargo, la clave está en la responsabilidad afectiva y en construir relaciones que se basen en el respeto, el consentimiento y la honestidad. No existe un único modelo relacional válido, sino el que funcione para quienes lo eligen conscientemente.


En un mundo donde cada vez más personas cuestionan los paradigmas tradicionales del amor y la pareja, la diversidad relacional se convierte en una oportunidad para explorar nuevas formas de vincularse sin perder de vista el bienestar emocional de todos los involucrados.


¿Y tú? ¿Cómo te relacionas con el amor? ¿Qué historias, creencias o mandatos habitan tus decisiones? Tal vez no se trate de elegir entre poliamor o monogamia, sino de comprender profundamente el para qué de nuestros vínculos.

 
 
 

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