
Paseaba un mago indio por un bosque, al anochecer, cuando vio acercarse una lechuza. El ave llevaba un pequeño ratón en el pico, pero al llegar donde él estaba, se asustó y soltó su presa. El mago entonces, que era muy compasivo, corrió a socorrer al pequeño roedor y se dio cuenta de que era una ratoncita. Después de curarla, la transformó en una hermosa joven. Decidió hacer algo más por ella:
– Debes saber que soy un mago con mucho poder. Si lo deseas, te buscaré esposo. ¿Con quién te gustaría casarte?
Después de pensar un rato, la chica dijo:
– Con el ser más poderoso del mundo.
– ¿El más poderoso, dices? Entonces tendrá que ser el sol. No creo que haya nadie más poderoso que él.
Pero al pedir al sol que se casara con la joven, el astro rey respondió:
– No soy el más poderoso. De hecho, una simple nube puede cubrirme por completo.
– ¡La nube! De acuerdo, se lo pediré a ella- dijo el mago.
Pero la nube, sorprendida, dijo:
– Estás equivocado, mago, yo no soy el ser más poderoso. El viento es capaz de arrastrarme donde quiera…
El mago fue en busca del viento, dispuesto como estaba a encontrar esposo para su pupila. Pero el viento también ofreció oposición:
– No es que no desee casarme con la joven, pero yo no soy el más poderoso. La montaña es capaz de pararme.
Y el mago fue a hablar con la montaña, quien le dijo:
– No creas que yo soy el más poderoso, amigo. ¿Ves ese pequeño ratón que ha cavado una madriguera en mi roca? Él es más poderoso que yo, pues sin pedirme permiso, creó en mí su hogar.
¿En qué te hace pensar este cuento? ¿Qué has aprendido?
Me encantaría saber cuál es tu reflexión sobre esta fábula india.