El contrato sexual invisible: lo que nunca hablamos pero exigimos
- Irene Gutiérrez Coranti
- hace 3 horas
- 3 Min. de lectura

¿Alguna vez te ha pasado que en tu relación de pareja sientes que hay ciertas normas en lo sexual que nadie ha dicho, pero que están ahí? Como si hubiera un guion invisible que, de alguna manera, se espera que ambas personas sigan… sin haberlo escrito juntas.
Hoy quiero hablarte de algo que veo constantemente en terapia de pareja y sexualidad: el contrato sexual invisible.
¿Qué es el contrato sexual invisible?
Llamamos “contrato sexual invisible” a ese conjunto de creencias, expectativas, deberes y permisos que existen dentro de la vida sexual de una pareja... pero que nunca se han hablado explícitamente.
Es decir, es como un acuerdo tácito que nace del modelo social, la historia personal, las experiencias pasadas, el género, la cultura y hasta de lo que creemos que “debería ser” el sexo en una relación.
Y lo complicado no es que existan esas ideas… Lo complicado es que actuamos como si estuvieran firmadas y aceptadas por ambas partes, aunque nunca se hayan puesto sobre la mesa.
Ejemplos que quizás te suenen…
“Si no me busca, es que no le gusto.”
“Yo tengo más deseo que ella, y eso ya es un problema.”
“Siempre tenemos que acabar con penetración.”
“Después de una discusión, no es momento para el sexo.”
“El deseo debería surgir espontáneamente, si no, es forzado.”
“Si estamos bien, deberíamos tener sexo mínimo una vez a la semana.”
¿Te suenan? Son solo algunas cláusulas silenciosas que muchas personas asumen en pareja. Y lo más llamativo es que, muchas veces, ni siquiera somos conscientes de que tenemos esas expectativas.
¿Por qué se forman estos contratos invisibles?
Porque venimos con una mochila llena de creencias, mandatos de género, aprendizajes sobre el amor y el sexo… Y al entrar en una relación, sin darnos cuenta, proyectamos todo eso sobre la otra persona.
Y aquí viene el malentendido: creemos que estamos en la misma página, cuando en realidad estamos leyendo libros distintos.
¿Qué problemas genera?
Expectativas no cumplidas que generan frustración o resentimiento.
Sentimiento de culpa o presión al no desear lo mismo o al mismo tiempo.
Rechazo o evitación del contacto sexual.
Dificultades para hablar de lo que realmente se desea.
Sensación de que hay “algo que no funciona” pero no sabemos bien qué.
En terapia veo muchas crisis sexuales de pareja no tienen que ver con una “disfunción” o con “falta de amor”, sino con la falta de acuerdos explícitos y amorosos sobre la intimidad.
¿Cómo transformarlo en un contrato consciente y elegido?
Hablad del deseo sin tabúes. No se trata de encajar en una media estadística, sino de comprender qué desea cada una, cuándo, cómo y por qué.
Explorad lo que significa el sexo para vosotras. ¿Es conexión? ¿Descarga? ¿Juego? ¿Afianzamiento de vínculo? Puede ser muchas cosas… ¡y no siempre las mismas!
Desarmad mitos que no os sirven. Como que siempre tiene que haber orgasmo, que el deseo debe ser espontáneo o que hay un “ritmo correcto”.
Permitíos revisar y cambiar el acuerdo. Porque lo sano no es tener una única forma de vivir la sexualidad, sino poder ir adaptando vuestro contrato desde el diálogo y el cuidado.
Quizás nadie nos enseñó a hablar de estas cosas, pero podemos aprender. Podemos hacerlo desde la ternura, la curiosidad y el amor. Tu sexualidad (y la de tu pareja) merece ser escuchada y elegida, no solo asumida.
Y si crees que a alguien más le puede servir, comparte este post. A veces, abrir esta conversación es el primer paso para sanar muchas cosas que llevamos tiempo callando.